9 de julio de 2011

Tirar la piedra y retirar las tropas

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, parecía ser la solución a todos los problemas,  no tan sólo de los EE.UU si no del planeta entero. Con el tiempo ha quedado demostrado que no ha cambiado mucho la historia y que el papel para los presidentes americanos, cuenten con más o menos simpatía, están están escritos por los mismos guionistas. Unos guionistas que llevan demasiados años viviendo de crear personajes y situaciones bélicas, para erigirse como salvadores de mundo.
   Supongo que una nación que se engendró a base de violencia por parte de los colonizadores y bárbaros europeos aniquilaron, exterminaron y esclavizaron a la población indígena autóctona de las tierras americanas, no tiene más que ser poseedor de un carácter violento y desequilibrado. Es como el niño que nace y crece en el seno de una familia desestructurada bajo las brutalidades de un padre maltratador y una madre borracha, y cree que todo lo que sucede a su alrededor es lo normal.
  EUA lleva infinidad de años, no se si por "venganza" o "herencia", generando conflictos o adhiriéndose a otros ya existentes en nombre de la paz mundial. Como el mismo Obama dijo en un discurso el pasado mes de marzo Estados Unidos, "es el garante de la seguridad global  y el defensor de la libertad humana", y se ven el el deber de intervenir en guerras ajenas para " prevenir genocidios, garantizar la seguridad regional  y mantener la libertad del comercio". Bajo este discurso también trenzado y avalado por la historia bélica, el país de la bandera de las barras y estrellas se convierte en una especie de justiciero enmascarado, que lejos de ocultar su rostro e identidad tras un antifaz, proclama a los cuatro vientos sus jestas y las graba en DVD para exhibirlas en reuniones familiares.
  La última hazaña protagonizada por los Estados Unidos, cuna de los sueños y la libertad, es el asesinato del número uno de Al Qaeda, Bin Laden, el más malo de los malos, al cual sin juicio previo ni posibilidad de defensa, el ejército americano asestó varios disparos causando su muerte y posteriormente arrojaron su cuerpo al mar. Todo esto supuestamente, ya que aunque se dice que hay imágenes de la operación que fue seguida por la cúpula del gobierno al completo, como el que juega al Call Of Duty, pero nadie ha visto ninguna imagen.
  Para acabar con la vida de este hombre, supuesto cerebro del 11-S, George w. Bush después de los atentados de las torres gemelas, decidió invadir Afganistán, Iraq y Pakistán sin tener en cuenta los daños colaterales, es decir tener en cuenta los costes en vidas humanas de gente inocente o de soldados. Sin pensar en las consecuencias como los miles de huérfanos, viudas y familias desmembradas. Aunque lo más terrible del tema es que quizá si son conscientes de todo esto, pero creen que es un precio justo y les da lo mismo, al fin y al cabo 255.000 muertos y 2,7 millones de dolares, no son nada comparado con el goce de disfrutar de la libertad y la democracia. 
  Diez años después y con Bin Laden fuera del mapa, Obama decide retirar las tropas de Afganistán dejando tras de sí, una población y una civilización destruida, moral, estructural y arquitectónicamente. Con la cabeza bien alta los americanos vuelven a casa con la impresión de haber domesticado a los salvajes y haber  liberado a un pueblo oprimido de la tiranía Talibán y habiéndoles ofrecido la oportunidad de incorporar a sus vidas la democracia.
  Pero, ¿Por qué no intervienen también en sitios como Somalia?, donde sus habitantes son víctimas de abusos de poder por parte de sus dirigentes y los que intentan huir de su país tienen que enfrentarse a la curdeza del desierto y la maldad de grupo paramilitares de mercenarios, que vagan como hienas por tierras somaliís, y con el peligro de morir de hambre y de sed durante la travesía, sufrir violaciones o ser asesinados por algunos desalmados. Pero aquí Estados Unidos no interviene porque no hay nada que robar, ni nada con que hacer negocio.
  El otro día leí un articulo de Xavier Aldekoa en La Vanguardia que habla de lo mal que lo pasa esta gente en los campos de refugiados en Somalia y las penurias que pasan hasta llegar a ellos. La verdad es que siento mucha vergüenza de formar parte de este mundo egoísta, materialista y de esta pantomima, de seguir riéndoles las gracias a los yankies cuando hablan de justicia, paz y libertad para tapar el verdadero significado de las guerras, y que es que para los EUA la guerra es uno de sus multiples negocios y las vidas humanas les salen muy rentables y mucho más si son del bando contrario, si la vida es de un soldado americano le ponen la etiqueta de héroe y le colocan en el su pecho una medalla que hace juego con las flores de su ataúd.   

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