9 de septiembre de 2013

Españoles por el mundo, pero encarcelados

Foto:ocio.farodevigo.es
La Sexta Tv se postula como uno de los canales, dedicados a la investigación, reportajes y temas de actualidad que más importancia  esta cogiendo en estos años. Mientras Telecinco continua acumulando caspa y telebasura en su parrilla, la Sexta nos ofrece programas como Salvados, Equipo de investigación, Policías en acción o el último estreno Encarcelados. La apuesta por Encarcelados parece ser una apuesta segura, según reflejan las audiencias del primer capitulo de este nuevo programa de La Sexta que alcanzó una cuota de 2 millones de espectadores.


El nombre poco original del programa al igual que el formato, que ya es algo que ya hace años que se puede ver en canales internacionales de televisión. Este programa es un cóctel en el que han cogido lo mejor de cada formato de este tipo de programas de "Low-cost" en el que con un cámara y un reportero se puede hacer muy buen periodismo. Encarcelados es una amalgama de Callejeros con Españoles por el mundo y  Encarcelados en el extranjero  de National Geografic que va acompañado en todo momento de grandes dosis de drama humano.


Encarcelados se emite los jueves a las 22:30 y constará de 10 entregas donde los directores y presentadores, Alejandra Andrade y Jalis de la Serna, visitarán en 30 de las cárceles más peligrosas de Latinoamérica. En ellas entrevistarán a presos españoles que cumplen condena desde hace años, algunos de ellos sin juzgar, y narrarán las experiencias que viven día a día entre rejas en unas condiciones precarias.


Seguramente los reporteros de Encarcelados nos mostraron más de lo que al gobierno boliviano le hubiera gustado enseñar. Quizás pensaran que no podrían entrar o salir de las prisiones, siendo conocedores de la ley del más fuerte que reina entre los reos de la tierra de Simón Bolívar.


Foto: www.dentrotele.com
Naves industriales convertidas en centros penitenciarios, reclusos durmiendo en los suelos de los pasillos, reparto de dos comidas semanales, prisiones que triplican el aforo por el que fueron construidas, insectos, niños y mujeres mezclados con asesinos violadores y lo peor del país, obligación de pagar por tener una celda o un trozo de , maltrato, extorsiones entre presos, etc.. Estás y más situaciones son las que se encuentran Jalis y Alejandra en su paso por las prisiones de Bolivia, prisiones en las que la policía no entra y en las que no tienen ningún tipo de autoridad de rejas hacia adentro. Tras los muros de la cárcel los reclusos son los dueños y señores, los más fuertes, mejor armados y más violentos son los que imponen las normas y las leyes.


Ni tanto ni tan calvo
Visto lo visto en la primera entrega de encarcelados, los presos españoles gozan de unas instalaciones de lujo con servicio cinco estrellas. Teniendo en cuenta que dentro de nuestras prisiones hay personas que han cometido los mismos delitos que los que residen en las cárceles de Bolivia que van desde robos o tráfico de drogas hasta asesinatos y violaciones. Parece que la diferencia de trato es abismal en España tenemos cárceles con piscinas, gimnasios, aulas de informática, posibilidad de estudiar, televisión, canal plus, etc… Aunque parece que a causa de la crisis se van a recortar algunos privilegios.

Tras ver este reportaje y las condiciones infrahumanas en las que viven estas personas y las comparamos con las instalaciones de los reos españoles, me planteo la siguiente duda. ¿Deben todos los presos ser tratados igual y poder acceder a todas las “comodidades” que proporciona el sistema penitenciario estatal? Evidentemente NO. La respuesta es tajante ya que igual que no todos los presos han cometido el mismo delito, ni cumplen la misma condena. No es lógico que gocen todos de las instalaciones.

Bajo mi punto de vista un asesino o un violador, no puede disfrutar de ningún tipo de beneficio penitenciario, puesto que no es como un defraudador, falsificador, un traficante o un simple ladrón de coches. Las cárceles en España son muy benévolas con aquellos que han destrozado la vida de ciudadanos inocentes que arrastrarán las secuela sicológicas de por vida o que han perdido a su padre, su madre o su hija a manos de un asesino que cumplirá, entre almuadones, 20, 10 o 5 años de cárcel como mucho.


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