"Nunca te fíes de quien maltrata a un animal, ni de quien los trata mejor que a las personas, por que no deben estar en su sano juicio." Hago mías estas palabras y las suscribo totalmente letra por letra, aunque la segunda parte de esta frase sea difícil de definir dónde está el límite. La línea que separa el amor a los animales de la locura o la obsesión por ellos es muy fina.

Algunas veces he oído decir que a los perros solo les falta hablar y sinceramente no creo que les haga falta. La capacidad de comunicación que tienen estos animales con nosotros es enorme, la manera de mirar, la posición de las orejas y la cola, la forma en la que se te acercan y buscan tus mimos cuando no te encuentras bien y la química que se forma entre humano y perro, hacen que la etiqueta de "mejor amigo" del hombre adquiera todo su sentido.
La relación entre mi perra Rubia y yo fue algo más que tener una mascota, para mí, mi perra era como una compañera. Vivió en casa de mis padres conmigo y siempre dormía en mis pies, desde que la saqué de una perrera en la que llevaba un par de días después de haber sido atada y abandona en un árbol a su suerte.
Cuando me fui a vivir con mi mujer nos la llevamos a casa y siempre fue como una más de la familia. Fue la defensora de nuestra hija al nacer y siempre estaba atenta cuando alguien se le acercaba o la cogía en brazos. Díez años después de compartir muchos momentos buenos y otros no tan buenos, mi perra Rubia nos a dejado dejando un hueco imposible de rellenar por cualquier otro animal o persona.
El viernes por la noche empezó a vomitar todo lo que ingería y dejó de comer, solo quería beber agua y estar tumbada, su ojos describían perfectamente como se sentía. Evidentemente estoy muy triste, ya que no se va solo una perra, si no una compañera, una amiga a la que le he contado cosas que no le habría contado a ningún ser humano, ya que sabía me iba a guardar el secreto de por vida.

Dicen que el primer amor verdadero es el que deja más huella y el cariño que me expresaba mi pequeña amiga peluda cuando me veía y me regalaba sus saltos y cabriolas me hacían sentirme alguien muy especial en su vida. Y ese es el motivo por el que me duele tanto que se haya muerto mi perra Rubi y por eso la echaré de menos toda la vida. Como dice mi hija: “La muerte es algo que se debería de poder curar”. O por lo menos darte una segunda oportunidad cuando viene tan de repente. Jamás olvidaré los momentos vividos juntos, hasta siempre amiga.
2 comentarios:
¿Rellenarás el hueco?, seguro que encuentras otra mascota que te vuelva a dar alegrías.
http://elbarrigueta.blogspot.com
De momento no quiero ningún animal más. Aunque ahora mi gato se siente muy solo y en cuanto llegas te busca para que lo acaricies. Cosa que no había hecho nunca.
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