Este 29 de marzo, está convocada una
huelga general por parte de los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO,
como protesta por la entrada en vigor de la nueva reforma laboral,
redactada y aprobada por el PP, con la que pretende, supuestamente,
reactivar la economía. Según se puede leer en el número 208 de la
revista “Lluita obrera!” de Comisiones Obreras, este es “el
peor ataque a los derechos de los trabajadores desde la instauración
de la democracia”. En este mismo texto se asegura que los recortes
en servicios públicos “ están poniendo en peligro el estado del
bienestar”.
Es cierto que con la instauración de
la democracia, a finales de los 70 principios de los 80, siempre se
ha ido de menos a más en cuanto a derechos laborales y sociales,
gracias a las reivindicaciones y manifestaciones que eran escuchadas
por aquellos que, se supone, nos representan. Claro está, que esto
sucedía en época de bonanza, prosperidad económica y expansión
industrial en España. Cuando se cometía algún tipo de injusticia
social o laboral y algún grupo, sindicato o colectivo así lo creía,
la gente salía a la calle con pancartas y gritando consignas en
contra de aquellos que tenían el poder de cambiarlo. A veces estas
manifestaciones iban acompañadas, como en este caso, de huelgas e
incluso a veces se conseguían los objetivos previstos.
Hoy, las manifestaciones no parece que sirvan para mucho, a parte de demostrar el mal estar por las medidas
tomadas. En el blog
Historiaglobal.com
podéis encontrar un listado con las manifestaciones más
multitudinarias desde 1977 hasta 2011. En la lista podemos comprobar
que las que contaron con más participantes fueron por orden
cronológico la manifestación de rechazo al 23-F, la petición a ETA
del fin del terrorismo, después del asesinato de Miguel Ángel
Blanco, la manifestación contra la invasión, por parte del trío de
las Azores, a Irak, la condena de los atentados del 11-M o por último
la de movimiento 15-M, que
solititaba una “Democracia real”. Lamentablemente ninguna de las
peticiones consiguieron su propósito. En este juego de hacerse los
sordos, tanto políticos como terroristas y criminales tienen un
punto en común.
Esto
me hace reflexionar si realmente sirven para alguna cosa las huelgas
y manifestaciones, ya que, sean pacificas y con gran soporte social o
de carácter violento, con las que estoy totalmente en contra, no
parecen servir para nada. Además, estos actos violentos sirven como
coartada a los políticos, para desviar la atención hacia esas
acciones y obviar, difuminar e ignorar el verdadero motivo por el que
la gente ha salido a la calle y que en los medios solo se hable de
los disturbios y no de la protesta. Por este motivo, hay gente como
Arcadi Oliveres que sostiene que los disturbios, en algunas ocasiones
y a lo largo de la historia, han sido provocados o incentivados por
agentes del orden público. En este artículo de e-Noticias se puede oír y leer a Arcadi Oliveres.
Volviendo
al hilo de la huelga general de este 29-M y del caso omiso que de
ellas hacen los políticos, el presidente del Gobierno español,
Mariano Rajoy, ya ha dicho, que no va a mover ni una coma de la nueva
reforma laboral por muchas protestas que hayan. Entonces, ¿para que
va a servir la huelga? Y es más, ¿no están obsoletas estas formas
de protesta? En pleno 2012, en un mundo en el que la tecnología y el
2.0 domina la comunicación entre las personas, no se si tiene
sentido seguir haciendo lo mismo que en siglo XIX. Creo que
deberíamos buscar formas más eficaces y modernas de protesta, ya
que al final, los únicos que pueden cambiar algo son aquellos
sectores que tienen un mayor poder de coacción como transporte
público, sanidad, educación y algún que otro sector mayoritario,
que afecta a la vida de las personas, mientras que el resto de
trabajadores seguimos siendo los perjudicados en estas guerras
particulares. Por eso la pregunta que cada vez está en boca de más
gente es: señores de los sindicatos y protectores de los
trabajadores: ¿después del 29
de marzo, qué?
Imágenes www.andalucia.ccoo.es
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