En un partido de alevines
celebrado en el campo de fútbol Julio Mendez de El Prat de
Llobregat, la acción pasó del terreno de juego a las gradas.
Después de un partido de fútbol jugado por niños de edades
comprendidas entre los diez y los doce años, un grupo de padres
decidieron enseñarles a sus hijos, como intercambiar opiniones con
los que piensan diferente a ti o no están de acuerdo contigo.
A uno de los partidos de
este fin de semana, tuvieron que acudir cuatro coches de los mossos
d'esquadra, un par de coches de la policía local y un furgón de la
brigada móvil (antidisturbios), para frenar los impulsos más
animales de los padres de algunos de los niños que disputaban el
partido. La pelea acabo con algunos heridos que fueron atendidos por
una ambulancia del SEM.
Como es habitual en este
deporte, por desgracia, la pasión que desata el fútbol sumado la
poca inteligencia, educación y saber estar de alguna gente que acude
cada fin de semana a los campos de fútbol, forman un cóctel
explosivo que da lugar a imágenes desagradables. Ya no nos parece
raro ver como padres y madres, que se supone deben educar a sus
hijos, sueltan por su “boquita” palabras mal sonantes y se
acuerdan de los familiares, vivos o muertos, de los colegiados o les
aconsejan que pinten a su favor porque si no se “la juegan”. Las
descalificaciones a los rivales y la visceralidad con la que algunos
aficionados animan a su equipo no deja de sorprenderme, en ocasiones
dudo que estas personas estén en sus cabales.
Lo verdaderamente
preocupante, no es sólo que haya habido una pelea en un campo de
fútbol, si no que la violencia, sea verbal o física, está presente
en los campos de fútbol, tanto en los partidos amateurs como en los
de primera división. No creo que haga falta recordar el espectáculo
bochornoso que se vivió en la final de la Supercopa de España entre
el FC. Barcelona y el R. Madrid, donde después de una violenta
entrada de Marcelo a Cesc, Mourinho el maestro de generar mal rollo
en el mundo del fútbol, metió un dedo en el ojo a Tito Vilanova que
como respuesta a esta agresión decidió darle un tortazo al
entrenador merengue.
El actual entrenador del
Barça, Tito y el del Madrid, Mou, recibieron la sanción de uno y
dos partidos de suspensión, respectivamente, que sólo afectaba a la
competición en la que sucedieron los lamentables incidentes.
Aunque, finalmente, las sanciones, que ya de por sí eran ridículas
por ser poco contundentes, no se cumplirán. La federación española
de fútbol, dirigida por Ángel Mª Villar, parece que ha decidido
hacer borrón y cuenta nueva y perdonar las agresiones. Si tenemos en
cuenta que el fútbol profesional es el espejo donde se han de mirar
los que empiezan en este deporte, creo que vamos mal, muy, muy mal.
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