Suena lejano “Air” de Bach, es una dulce melodía que suena más y más fuerte y que anuncia el comienzo de una nueva jornada que sirve como paliativo para el amargo proceso de pasar del cálido y confortable mundo de los sueños, al duro y frío suelo del mundo real. Son las cuatro y media de la mañana y utilizo el auto engaño de los “cinco minutos más”, como si sirviera para descansar lo que necesito, cuando en realidad necesito levantarme un par de horas más tarde.
A mi lado, ajena en apariencia a mis esfuerzos por poner el primer pie en el suelo, mi mujer sigue acurrucada y hecha un ovillo con la colcha.
Finalmente me levanto. Voy hacia el lavabo, me lavo la cara y me intuyo en el espejo, ya que me miro pero no me veo. Camino hasta el otro extremo del pasillo, entro en la habitación de Ariadna, la miro, la tapo y siento envidia tan sólo de verla y pensar todo lo que le queda por vivir y disfrutar de ese día. Salgo y cierro la puerta para no despertarla con los ruidos y el encender y apagar de luces.
Retrocedo sobre mis pasos y abro el cuarto de las fieras, que salen en cuanto les pasa la cabeza entre la puerta y el marco. Mientras mi gato Copérnico maúlla suavemente y se frota contra mis piernas, mi perra Rubia me mira moviendo la cola, no le hace falta hacer nada más. Quiere salir a la calle. Bajamos a la calle y mientras ella corre y olisquea por la hierba yo paso frío. Subo a casa me tomo un café, cojo las llaves, los móviles y la mochila del trabajo, hago un reparto de besos y salgo del hogar. Sin apenas tener tiempo para darme cuenta ya estoy sentado en el coche camino de la fábrica, escuchando la repetición de un programa deportivo, no me convence y pongo un CD, suena “ A day in a life” de The Beatles. Voy tarareando y pensando en todo lo que tengo que hacer al llegar al trabajo. Al llegar a la fábrica ficho y entro en el vestuario, cambio el olor y el calor del hogar por el frío y desagradable olor a hierro y pintura. Me cambio de ropa. Me están esperando, una máquina está averiada y he de repararla. Ya no soy Lluís, soy el de mantenimiento. Lluis se quedó parte en casa y parte en el parking escuchando “A day in the life”.
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