Seguramente el título de este artículo es asqueroso y desagradable, pero no lo es más que la situación en la que nos vemos inmersos la mayoría de ciudadanos de este país. Estamos hasta el cuello de deudas por las hipotecas y créditos, muchos de ellos innecesarios y en los que nos hemos metido por voluntad propia, pero seducidos por la publicidad sumada a las facilidades ofrecidas por bancos y cajas de ahorro. Que sabiendo del problema que se nos venía encima con la burbuja inmobiliaria, creada por entidades financieras, agencias de pisos, constructoras y promotores entre otros especuladores del sector, nos abrían sus brazos y nos tapaban los ojos con billetes de euro para poder satisfacer nuestras necesidades y también caprichos inútiles.
En mi caso cuando compré el piso donde vivo, la agencia me pedía un precio medio razonable para lo que pedían por otros pisos de las misma características. Firmé el contrato de arras en julio, pero como el señor notario, ese chorizo que te cobra un dineral por dar fe y disimular cuando hay “chanchullos” entre compradores y vendedores (según dice una leyenda urbana), hacía vacaciones en agosto hasta septiembre no me hicieron la tasación del inmueble. La tasación por supuesto la hizo una tasadora enviada y vinculada con la entidad financiera que me iba a concederme la hipoteca. Según el señor tasador el valor de mi futuro piso había subido en un mes cuarenta mil euros, para asegurarse que así podían darme la cantidad de dinero que yo les pedía.
Seguramente lo más lógico y correcto habría sido estudiar mi caso a fondo para ver si podía asumir el coste del piso, pero supongo que primó más concederme la hipoteca para tener que devolverle al banco piso y medio. Hasta el día de hoy he pagado religiosamente mes tras mes, pero hay muchas familias que no han podido pagar la deuda, han dejado de pagar y el banco se ha quedado su piso, pero sin su dinero.
Ahora por culpa de impagos e índices de morosidad elevadísimos, las entidades financieras españolas necesitan quince mil millones de euros para demostrar su solvencia. ¿Sabéis de donde van a sacar el dinero?, como diría ZP, “Efectivamente habéis acertado”, de nuestros bolsillos. Señores hemos de decir ¡Basta ya!, estoy cansado de pagar la incompetencia y avaricia de las empresas y la gente con poder, que juegan con nuestras vidas a su antojo como si fuéramos míseros títeres, se les olvida o les trae sin cuidado, que seamos personas y que tengamos sentimientos.
No penséis que los bancos y cajas nos dejaron el dinero por que son buenos samaritanos o les caímos bien, nos dejaron el dinero para que les devolviéramos el doble de lo que nos dejaron, así funciona un negocio. Ahora, si no han sabido llevar bien su negocio que cierren, como han obligado a cerrar a pequeños, medianos empresarios y autónomos, sin pararse a pensar por qué no podían pagar, si tenían familia o si tenían que echar a la calle a trabajadores. Yo sé perfectamente a quién puedo dejarle o no dinero, lo que no vale es que yo vaya prestando dinero a gente que no conozco y que no sé si luego me lo va a devolver, pedirle el dinero que no me devuelven o por si acaso no me lo devuelven a mi hermano pequeño (los ciudadanos) y mi madre (el estado) le obligue ha hacerlo, por las buenas o por las malas.
Se que no estamos como en Libia, Egipto y países del estilo y que estamos a años luz de las represiones y condiciones de vida de esas personas, pero a lo mejor deberíamos declararles la guerra a nuestros dictadores y señores feudales que tenemos en nuestro país. Que son aquellos que dictan su leyes unilateralmente y si no las cumples te amargan y te arruinan la vida. Nuestra lacra son los bancos, cajas de ahorro y aquellos que les permiten por su interés, que el pueblo estemos tan preocupados por nuestra economía y puesto de trabajo que nos dejemos vejar y humillar por un mísero sueldo con el que poder sobrevivir. Si algún día nos damos cuenta de lo que podemos llegar a hacer si nos unimos y nos lanzamos a las calles seremos capaces de librarnos de toda esta gentuza y de esta Neoesclavitud.
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