Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como "El Pequeño Nicolás", es la última figura mediática que toda la prensa busca para exhibirlo cual trofeo de caza. ¿Pero quién es en realidad este personaje? ¿Un fiki, un informante del CNI, un enfermo mental o un simple oportunista con mucha labia?
Lo que parece a todas luces, es que el Pequeño Nicolás es sin duda un síntoma de lo mal que está la política española y por ende el país. Los partidos políticos así como sus militantes están envejeciendo y el interés de los ciudadanos más jóvenes por la política es casi nulo . Por lo tanto, no debe de preocuparnos tanto el personaje en sí, si no la forma en la que este ha saltado a la palestra política del país.
Bien, ahora pensemos. ¿Qué diferencia puede haber entre el Pequeño Nicolás y el hijo de un político o empresario, llamémosle X, que lleve toda su vida rodeado de la clase bien estante, asistiendo a fiestas exclusivas y que acaba ocupando un cargo relevante en una empresa multinacional sin saber hacer la O con un canuto? NINGUNA. Salvo que el Pequeño Nicolás ha sabido colarse en un mundillo a temprana edad y solo el tiempo dirá si es un farsante o un verdadero lobbista aventajado, mientras que el hijo del señor y la señora X tiene el puesto asegurado desde su gestación.
Estamos en una situación perfecta para que salgan, al terreno de juego mediático, actores como el Pequeño Nicolás o Pablo Iglesias, que salvando las distancias son fruto de los años de corrupción, descontrol y descrédito de un sistema. Este oligopolio del poder político, ha creado una burbuja de hipocresía en la que se ha dejado de lado el bienestar social, para enriquecer a los más ricos. Mientras la clase obrera va perdiendo poder adquisitivo, derechos y la dignidad.
¿Pero es un partido al estilo de IU, con más dosis de populismo y más mala leche, como Podemos quien tiene la solución? NO. La solución está en la sociedad que tiene que entender, de una vez por todas, que aunque se ignore a la política, la política no ignora a nadie y nos afecta en lo laboral, en lo social y en lo personal. Y si no te gusta la política participa para cambiarla ya sea desde dentro militando en un partido o desde fuera votando y no quedándote en casa el día de las elecciones.
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